El sentir de la Luna

Solo siente un ligero calor que te dice que hacer con un futuro insierto

miércoles, 6 de agosto de 2008

Gozosa

Manuel: Buenas tardes!
EB: Hola! – Respondí tirando de las riendas para detener la montura –
Nos observamos sin mucho disimulo; sobre la mula, saque un pañuelo del bolsillo derecho del gabán, y lo pasé por mi frente sin llegar a secarla, las gotas de sudor reaparecían.
En Bolandera la última aldea y también antes, me habían dicho que la sierra que tenia intención de atravesar, estaba desde hacia varios mases ocupada por la guerrilla; eso me habían advertido, no suponía ningún peligro para mi, pero nunca se sabe en estos tiempos; si quería llegar a la cuesta, podía esperar al tren, mas rápido y mas seguro. Guarde el pañuelo en el bolsillo derecho, y extraje del izquierdo un paquete de tabaco. Sabia que muchos ojos me observaban.
EB: Un cigarro?
Manuel: Siempre.
Surgió en el sendero a mi lado la figura de un hombre delgado con barba descuidada, un trapo indefinido alrededor de la frente, ojos ocultos, era mas bajo de lo que me había parecido; sobre la espalda cargaba un trabuco o una escopeta recortada, y en la mano izquierda empuñaba un gran machete: como si lo hubiera utilizado para abrirse paso a través de la vegetación, el triángulo de su pecho tenia el brillo del sudor permanente, alargó el brazo derecho y cogió el cigarro con una mano nervuda y firme, húmedo el tabaco se resistía a arder.
Manuel: De donde viene?
EB: De muchos sitios, pero venir venir, de Portugal.
Las palabras surgían rebozadas flotando en la humedad, descendí de la mula con movimientos también lentos, como meditados.
Manuel: Lejos, y para dónde va?
EB: A gozosa Quiero llegar.
♪ A Gozosa quiero llegar a Gozosa quiero llegar, A Gozosa quiero llegar, a Gozosa quiero llegar, ♪
Busque la expresión de su cara al oír el nombre, pero no mostró sorpresa, se sentó sobre el tronco invitando a conversar:
Manuel: No cogió el expreso?
EB: Prefiero la mula.
Yo mismo me lo había planteado mas de una vez a lo largo del día; si estaba ahí – me había dicho para convencerme – era porque estaba buscando lo que estaba buscando, y el viaje incluía lo que estaba pasando en ese momento, y las palabras que oí eran las que quería escuchar:
Manuel: Pronto obscurecerá, no conviene que pase la noche solo, será mejor que venga conmigo – pero no se movió – Tiene otro cigarrillo?
Se lo di y le ofrecí la cajetilla
Manuel: Guárdela, luego fumaremos con unos amigos, se alegrarán de verlo, nos iremos enseguida
Parecía descifrar los sonidos de aquella selva, para mi irreconocibles. Cuando termino el cigarrillo se levanto, recuperó el cuchillo con un crujido y el mismo tomó las riendas de la mula.
Manuel: Vamos!
Dejamos atrás el sendero y comenzamos a subir una pendiente poco pronunciada cubierta con una cortina de vegetación que desde atrás, parecía que la mula no podía atravesar.
Manuel: Aquí les traigo a un paisano de la Vética!
Todos me miraron. El campamento apenas a cien metros no parecía tal, salvo por la presencia de cinco personas y unos bultos al pie de un árbol. Había tres hombres y dos mujeres con la culata en el suelo apoyados unos contra otros, en forma de cono, como las ramas de la hoguera, varios fusiles apuntaban al cielo. El silencio era imposible y la mula parecía asustarse de vez en cuando. Pronto estuvimos sentados alrededor del fuego con una taza de café amargo en la mano.
Gonzalo: Qué se le perdió por acá amigo?
EB: Quiere llagar a gozosa
♪ A Gozosa quiere llegar a Gozosa quiere llegar, A Gozosa quiere llegar, a Gozosa quiere llegar, ♪
Gonzalo: Bonito lugar si señor, pa’ esperar la muerte. Y que le hace querer llegar allá?
Gonzalo preguntaba mientras jugaba con un trozo de madera y la navaja.
Melba: Quizás esperar la muerte!
Las dos mujeres me producían cierta turbación que no sabría explicar. Había hablado Melba de ojos luminosos, pómulos pronunciados, labios cálidos y sonrisa franca, el cabello rubio, corto y apelmazado por la humedad. Respondió Almira, más recóndita, de larga melena negra, cejas pronunciadas, rostro puntiagudo, ojos obscuros y misteriosos de una belleza inquietante
Almira: Quizás vencerla!
Les conté entonces la historia de Pedriho, mi amigo de la infancia, caía la tarde y el fuego protegidopor su choza de ramas se filtraba creando espectros, los insectos y los monos se detuvieron a escuchar las aventuras de Pedriho, que zarpó años atrás rumbo a Brasil, y después de mil peripecias que yo ignoraba, había acabado en Gozosa, en la costa Colombiana.
♪ Pedriho se fue a Gozosa en la costa de Colombia, Pedriho se fue a Gozosa en la costa de Colombia ♪
Siempre el mar, ya de niños cuando salíamos a cazar renacuajos por los secarrales que rodeaban nuestras vidas, Pedriho hablaba de un mar que nunca había visto; Decía que es más grande que todas las tierras del mundo, y que en sus profundidades se esconde la clave de todos os secretos del universo. Decía que habitan el mar animales tan grandes como mil vacas, en cuyo estomago viven los pescadores con sus barcas y todo, que no han podido evitar la gruta de su boca. Hablaba así Pedriho con la convicción de la niñez, y cuando ya nos disponíamos a volver a casa concluía:
Pedriho: Algún día me marcharé de aquí y viviré en el fondo del mar, dentro de una ballena
Melba: Y qué pasó?
EB: Pasó que el se fue y yo me quede. Yo estudiaba en Lisboa, un día Pedriho se presentó en la pensión donde vivía, y dijo que había llegado la hora de partir en busca de la ballena. Zarpó en un barco con destino a Brasil, y no he vuelto a verlo.
♪ Se fue en busca de su ballena pa’ vivir dentro de ella, Se fue en busca de su ballena pa’ vivir dentro de ella, para realizar su sueño: un montón de cosas bellas, para realizar su sueño: un montón de cosas bellas ♪
Gonzalo: Y ahora viniste a buscarlo?
Gonzalo seguía trabajando con la navaja sobre la madera. Oímos unos pasos sobre las hojas húmedas y los cuatro retrocedieron apartándose de la escasa luz del fuego.
Gabriel: Soy yo, tranquilos!
De la espesura surgió Gabriel que abandonaba su guardia junto al sendero.
La noche, la luz de la hoguera a través de las ramas, la apariencia fantasmal que nosotros mismos ofrecíamos como sombras sigilosas, y el indescifrable murmullo de la selva, parecía el vientre de la ballena.
La aparición de Gabriel suspendió la charla y dio paso a la cena.
Manuel: Fumamos un cigarrillo a cambio de un buen trago!
Dijo Manuel al acabar de comer, alargando hacia mi una botella metálica. Todavía con la quemazón del licor en el estomago, escuche de nuevo las palabras de Gonzalo esta vez en la voz de Melba.
Melba: Y ahora viniste a buscarlo?
EB: Mire, hace unos meses cuando preparaba los exámenes para la licenciatura, recibí un sobre que enviaba mi madre desde nuestra aldea. Dentro había otro sobre de Pedriho desde Gozosa, Colombia, así decía el remite. Lo abrí con impaciencia y con cuidado para no rasgarlo, dentro solo encontré esto.
Del bolsillo derecho de la gabardina, el mismo en el que guardaba el pañuelo mojado, extraje una vieja cartera de cuero y de ella un pequeño papel que sostuve ante mis ojos.
Melba: Qué es?
EB: Un barco de papel, me quede tan sorprendido como vosotros, lo cogí entre los dedoscomo lo tengo ahora y estuve contemplándolo, por un rato sin saber que pensar, por uno y otro lado, solo entonces se me ocurrió deshacerlo, era la letra de Pedriho, dice: Llegué al vientre de la ballena, mirad – y todos leyeron el papel, cuando volvió a mis manos comencé a rehacer el barquito –. Ahí mismo decidí que después de los exámenes, visitaría a mi amigo en Gozosa, busqué mapas y planos para localizar el lugar y no aparecía por ninguna parte, en Colombia no existía ningún lugar llamado Gozosa. Me explicaron que podía tratarse de un asentamiento reciente, quizás provisional de buscadores de oro o libertad. Resuelto a realizar el viaje partí sin saber, convencido de que una vez en Colombia encontraría el camino, no está siendo tan sencillo como esperaba.
Manuel: Será mejor que nos acostemos, mañana tenemos una dura jornada.
Y los bultos que descansaban a los pies de un árbol, se convirtieron en hamacas, y yo también instalé la mía. Gonzalo me regalo un barquito que había tallado con la navaja. Tumbado permanecí un buen rato escuchando la obscuridad, con la sensación de que mi viaje pronto iba a comprender su destino. Cuando estaba a punto de dormir, creí oír un ruido y adivine una silueta, una mano se colaba por la mosquitera y tapaba mi boca pidiendo suave
; un cuerpo se hacía sitio junto al mío como un reptil y me acariciaba, olía a terciopelo y deseo, a sudor amargo y miel, parecía un sueño de placer.
Almira ó Melba: Mira lo que tengo – susurró después –
El sueño continuaba, sacó un barquito de papel exactamente igual al que yo guardaba en mi cartera, del mismo tamaño, con el mismo tipo de papel. Estaba iluminado por el rayo de una linterna minúscula, que Almira utilizaba para leer en las noches de selva eterna; no había duda, era igual; ella me lo ofrecía mientras apuntaba con la linterna, cogí el barquito con las dos manos una en proa y otra en popa, y fui deshaciendo los pliegues del papel, como tantas veces había hecho. Al final del rayo de luz, apareció la inconfundible letra caligráfica de Pedriho, y el dibujo infantil de una ballena. Por fin había encontrado a Gozosa

1 comentario:

Xavier Rodea dijo...

Hola este pequeño cuento es del escritor zaragozano,que esta incluido en el libro "Gozosa" de Michel Royo,relatado por las voces de Enrique Bunbury, Alan Boguslavsky, Ramón Gacías y Santiago del Campo (de Especialistas), entro otros (cada uno de ellos participando en un cuento).
Este libro consta de 10 cuentos que pueden ser escuchados ya que incluye un CD.Publicado en el 2002